10 de diciembre
Listos al pie del cañón nos encontramos con Deby para comenzar el día, desayunamos y poco después nos pasaron a buscar con la combi. Nuestros compañeros de viaje serian dos familias provenientes de Bs. As. Nuestro guía seria nada más y nada menos que “Cacho” así que teníamos el día asegurado en cuanto a entretenimiento y aprendizajes. Nuestro destino seria el Volcán Malacara que se encuentra 35 km al sureste de la ciudad de Malargue. Llegamos a las 10.30 de la mañana y todos nos preparamos para el ingreso, pero de repente la hija de una de las familias se le ocurre ir al baño, visto y considerando que estamos en el medio de la nada, ella con papel higiénico en mano se dirige a esos baños ecológicos que están en todas partes, ya sea arbustos, rocas, algún árbol, etc. Mientras esperamos a la niña, Cacho nos cuenta una de sus historias vividas en el Mato Grosso, también cuando salvo a unos turistas perdidos en el impenetrable monte chaqueño, siempre nos queda la duda de si es verdad o mentira, preguntarle seria romper la magia de la situación y entrar en choque con el amigo, así que todos escuchamos muy atentos sus historias y de vez en cuando abríamos la boca como sorprendidos de todo lo que había hecho, la verdad Cacho nos caía muy bien y es un personaje con mayúsculas. Entre charlas y risas escuchamos “mama” “mama” vemos que la muchacha venia caminando con un pie en el aire, de inmediato pensamos que la había mordido una víbora pero resulto ser que una espina gigante se atravesó en la suela de la zapatilla “topper de lona” incrustándose en el dedo gordo del pie, ella decía que no le dolía pero con solo verlo me daba cosa y me dolía a mí, la verdad no sabíamos que hacer porque cada movimiento de la zapatilla era mover la espina en el debo. Como la espina estaba toda metida en la zapatilla y estaba cortada al ras de la suela no teníamos idea de cómo agarrarla, se me ocurre sacarles los cordones y sin que se dé cuenta tiro hacia abajo la zapatilla y la espina salió, luego fue fácil sacarla de la suela. Como todos sabemos no hay nada mejor que unas buenas zapatillas de trekking para estos tipos de excursiones, seguramente esta chica la próxima lo tendrá en cuenta. Y así rengueando un poco todo nos metimos dentro del volcán.
Volcán Malacara llamado por los lugareños, debido a las características de los caballos con una mancha en la cara. Esta formación es denominada hidromagmática, dado que se produce cuando el volcán esta en erupción y la lava entra en contacto con una napa de agua fría. Se caracteriza por ser una erupción muy violenta. La erosión de las tetras (material volcánico depositado en finas láminas) y el desgaste que aporta el agua, el viento, han dado origen pasadizos, cárcavas y chimeneas con casi 30 metros de altura. Caminar por esos lugares hace que la imaginación desarrolle figuras, destacando colores reales en amarillo, rojo y negro. Sin lugar a dudas era muy diferente a los volcanes de la Payunia porque en este directamente entramos en su interior, los pasadizos son hermosos, sus formas y sus cavernas están como pulidas por el magma y el agua, la verdad toda era muy diferente a lo visto anteriormente. Subimos y bajamos, caminamos hasta llegar al centro del volcán que tiene una enorme chimenea central de unos 30 metros, es decir que con el tiempo la chimenea se fue erosionando y también dentro de ella se lleno de arena, pero antiguamente todo era más profundo y su chimenea mucho más larga. El lugar se prestaba para sacar muchas fotos, un lugar increíble, creo que mejor dejo que vean las fotos y se darán cuenta de todo lo que estoy contando.
Salimos de su interior y nos fuimos a la combi, nosotros teníamos que llevar el almuerzo así que improvisamos un picnic dentro de la camioneta ya que afuera había mucho viento y arena. Sándwich, empanadas, jugos, y hasta una botella de vino para recordarnos que estábamos en Mendoza un festín un poco incomodo pero lo disfrutamos a pleno. A continuación seguimos la caminata pero hacia la cumbre del volcán, pasamos por un campo de bombas y llegamos a la cima, desde ahí se puede ver la chimenea y sus pasadizos, una vista increíble, sin dudar sacamos muchas fotos. Después de un rato tuvimos que bajar por un lado un poco complicado, era bastante empinado y la arena hacia que nos patináramos hacia abajo, tanto es así que parecíamos esquiadores sin ski, algún que otro porrazo y caída de culo no faltaron. La verdad la pasamos genial y todo estaba terminando, la excursión dura medio día así que volvimos a la combi y nos despedimos del Volcán Malacara, la verdad un placer haberlo conocido. Ya en camino nos fuimos por la tarde a conocer la “Laguna Llancanelo” otra atracción de las tantas que tiene Malargue.
Antes de ingresar a la laguna paramos en una casa muy aislada de un lugareño para pedir un poco de agua, cuando Cacho dice “ahí debajo del árbol esta el agua”, nos dirigimos pensando que había alguna bomba o canilla pero nos encontramos con un hermoso arroyito, toda el agua era tan cristalina que podíamos ver el fondo, tratamos de sacar un poco con las botellas pero Cacho nos muestra un secreto, toma una botella y se arrodilla sobre una piedra donde podemos ver un chorrito finito de agua que sale desde el fondo de la piedra, “desde acá sale más pura y cristalina, es agua de los andes que viene desde abajo de la tierra” WoW !!!...increíble, la verdad al probarla podríamos decir que era más rica que el agua mineral, y después de las empanadas y el vino no hay nada mejor que tomar mucha agua fresca y natural, riquísima.
Costeamos el volcán Trappal hasta llegar a los limites con la laguna, debimos dejar la combi y continuar a pie por que era una zona de mucho barro, la laguna se va secando y queda todo el lodo y podemos ver como miles de esqueletos de las aves están a medio enterrar, la verdad había un olor muy desagradable. Seguimos hasta lo más cerca que pudimos, desde ahí sacamos fotos a las aves. La Laguna de Llancanelo es una reserva natural situada a sólo 75 km de la ciudad de Malargüe, este lugar tiene 65000 has. ubicado a 1300 msnm. En medio de un paisaje semidesértico, este enorme oasis se ha transformado en albergue de la mayor cantidad de aves de Sudamérica, destacándose entre ellas el flamenco común. Un lugar paradisíaco que puede visitarse todo el año, ideal para realizar ecoturismo, safaris fotográficos y disfrutar del avistaje de aves.
Deby decide sacarse las zapatillas y muy lentamente se va metiendo dentro de la laguna, sin pensarlo seguí su idea y también me metí con ella, a medida que vas entrando te vas enterrando en todo ese lodo podrido pero la sensación de estar en ese lugar va mas allá de todo, sentir el viento, ver el agua, las aves, es como estar en un paraíso, el volcán de fondo observando como nosotros disfrutamos de la naturaleza de sus tierras, estar ahí embarrados es algo único, sentir ese olor de aves muertas puede ser desagradable pero no tanto en una situación o momento como ese, todo se disfruta, todo se vive tan intensamente, todo es experiencia, todo es vida. Al salir, el mismo viento seco endurece el barro de los pies y de las zapas y en ese estado es mas fácil sacarlo, solo pasamos la mano y todo queda limpio. Le dimos la espalda a la laguna y nos fuimos a subir el volcán Trappal para ver la laguna desde ahí, solo a unos pocos metros comenzamos a subir, la vista desde ahí es increíble y se ve toda la laguna completa, pero si nos damos vuelta podemos ver de fondo la pre-cordillera de las Andes, no tengo palabras como contar lo que pude ver, es algo que jamás voy a olvidar, Malargue es mi sitio en el mundo, mirando al sol les di las gracias a Dios y a la naturaleza por tan hermosa vista, aprovechando ese acto Deby me saco una linda foto donde estoy dando gracias y con mi mano hacia el sol prometo seguir conociendo la magia de la naturaleza de mi país y por qué no, del mundo. Gracias a todos por seguir este viaje. Espero que les haya gustado, un abrazo. (Próximo post, me despido de Mendoza y una pequeña reflexión).